Las temperaturas alcanzan los 42 grados centígrados bajo la sombra. Los habitantes de la ciudad más grande del país, Karachi, mantienen la esperanza en que se cumpla el más reciente pronóstico del tiempo que predice lluvias para finales de esta semana.
El calor los desespera. Van más de 800 muertos por el latigazo de un verano inclemente que va secando y deshidratando todo lo que queda bajo su poderío. El ganado muerte, el agua para beber escasea y los hospitales, donde buscaban refugio los más afectados, se convierten en hornos humanos llenos de pacientes clamando alivio a la insolación.
A penas van cinco días de la ola de calor y las muertes superarán el millar en cuestión de horas.
La provincia de Sindh, en el sur de Pakistán, es donde más se ha sentido la emergencia humanitaria.
El secretario de Salud del Gobierno regional de Sindh, Saeed Mangnejo, declaró hoy que en Karachi, la ciudad más populosa del país (20 millones de habitantes), han muerto desde el viernes 781 personas y “más de 20″ perecieron en otras zonas de la provincia.
“El Gobierno provincial ha declarado el estado de emergencia en todos los hospitales de la ciudad (…) Los colegios, universidades y oficinas permanecerán cerrados”, explicó Mangnejo.
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